viernes, 4 de febrero de 2011

fragmento 2

-Ojalá pudiera estar yo tan contenta!- dijo la Reina-. Pero nunca me acuerdo de aplicar la regla. Tú has de ser muy feliz aquí, viviendo en el bosque y estando contenta siempre que te dé la gana!

-Pero aquí una está muy sola!- dijo, con voz melancólica Alicia; y al pensar en su soledad, dos grandes lágrimas rodaron por sus mejillas.

-Oh! No te pongas así!- exclamó la Reina, retorciéndose las manos con desesperación.- Piensa que eres una niña muy grande. Piensa que hoy has hecho un camino muy largo. Piensa en la hora que es. Piensa en cualquier cosa, pero no llores!

Al oir esto, Alicia, en medio de sus lágrimas, no pudo evitar la risa.

-Puede usted dejar de llorar si piensa en otras cosas?

-Esa es precisamente la manera correcta- dijo muy decidida la Reina-. Tú sabes que nadie puede hacer dos cosas a la vez... Para empezar, veamos tu edad... cuántos años tienes?

-Siete años y medio, para ser exacta.

-No es preciso que lo digas, te creo. Y ahora te voy a decir algo que te dejará exhausta de veras: tengo ciento un años, cinco meses y un día.

-No puedo creerlo!- exclamó Alicia.

Que no?-dijo la Reina con tono de conmiseración-. Prueba otra vez: respira hondo y cierra los ojos.

Alicia se echó a reir.

-No vale la pena que lo pruebe-dijo-: no hay quien crea lo que es imposible.

-A mi juicio es que te falta el hábito- dijo la Reina-. Cuando yo tenía tu edad, lo practicaba siempre media hora diaria. A veces, llegué incluso a creer en seis cosas imposibles antes del desayuno. De nuevo se me va el mantón!